jueves, 17 de junio de 2010

¿PODRÍA APAGAR ESE MALDITO ALTAVOZ,PARA ATENDERME COMO ES DEBIDO, POR FAVOR?



¿Qué pensaría usted de un profesor que tuviera la radio puesta con música mientras da sus clases?. Obviamente, que no tiene interés real en lo que explica, ni respeto por sus alumnos. Estos tendrían que realizar un absurdo esfuerzo adicional de su cerebro para entender las explicaciones. Verían muy mermadas sus capacidades de comprensión, de razonamiento, de memoria. Quizás los alumnos faltos de interés preferirían la radio puesta. Pero los que quisieran hacer lo que habrían ido a hacer allí, aprender, se verían atacados en su derecho a hacerlo. Obviamente, es absurda la música ambiente en un aula. Como lo es en una sala de juicios, en la reunión de un consejo de administración, o en un debate del Parlamento. Podemos pensar que la razón es que son "asuntos serios".
¿Por qué tenemos entonces que soportar altavoces sobre nuestras cabezas en un banco, mientras nos explican las condiciones de una hipoteca? ¿O en una tienda de teléfonos móviles mientras nos proponen un nuevo tipo de contrato? ¿O en cualquier comercio, mientras nos informan acerca de alternativas de compra?. ¿No son asuntos "serios"?.
Cualquier persona tiene derecho a que nadie merme caprichosamente su capacidad de pensar. Y a atribuirle a todos sus actos el grado de importancia y seriedad que le dé la gana, como un aspecto más de su libertad personal. Si alguien quiere tomarse en serio,por ejemplo, la compra del supermercado, razonar lo mejor posible sus elecciones de compra o calcular mentalmente sus cuentas, tiene todo el derecho a hacerlo sin que unos altavoces situados en el techo entorpezcan sus pensamientos o traten de influir en sus decisiones. Esos altavoces, de los que los consumidores no disponen del botón que los apaga, obligan al consumo alienante de un producto (la música) que no iba a buscarse. Son una falta de respeto y un ataque a la libertad de elección de las personas.

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